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Los mejores cuentos Tristes

6,18

La tristeza y la felicidad son caras de una misma moneda. No podríamos definir la una sin la otra. Estamos ante una analogía que se puede explorar de muchas formas. Por ejemplo, piensa en lo complicado que es definir el color blanco sin mencionar el negro. O cuán imposible sería intentar explicar qué sonido produce una sola nota en un piano sin contrastarla con todas las otras notas a su alrededor. Sin oscuridad, no podríamos apreciar la luz…
Hay muchos temas que nos pueden hacer llorar. Entre ellos se incluyen historias sobre desamor, muerte, agonía, enfermedad, pobreza, crimen, tortura, abuso… Pero, ¿por qué disfrutamos leyendo historias tristes? No es que nos deleitemos, es que aprendemos. No es que haya diversión, es que hay liberación. De alguna manera, leer sobre situaciones análogas a las que podamos estar viviendo nosotros, nos libera del sentimiento que tenemos encerrado en el alma. ¡Y aprendemos a ser felices dejando marchar a la tristeza! Este libro te ayudará a ello de la mano de escritores imprescindibles de la literatura universal.

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Información adicional

Dimensiones12 × 19 cm
Dimensiones

12 x 19 cm

Isbn

978-84-18765-12-4

Número de páginas

192 páginas

Tipo de cubierta

Rústica

Esta obra contiene los siguientes cuentos:

  1. La tristeza, de Antón Chéjov
  2. El canario, de Katherine Mansfield
  3. Coco, de Guy de Maupassant
  4. Vanka, de Anton Chéjov
  5. Bartleby, de Herman Melville
  6. Una nubecilla, de James Joyce
  7. Yzur, de Leopoldo Lugones
  8. La niña de los fósforos, de Hans Christian Andersen
  9. Alyosha, el cántaro, de Lev Tolstói
  10. Una aventura, de Sherwood Anderson
  11. La cigarra, de Antón Chéjov
  12. ¡Adiós, cordera!, de Leopoldo Alas «Clarín»
  13. El chico que amaba una tumba, de Fitz James O’Brien
  14. La muerte de John, de Louisa May Alcott
  15. Un perro castaño oscuro, de Stephen Crane

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Descripción

La tristeza y la felicidad son caras de una misma moneda. No podríamos definir la una sin la otra. Estamos ante una analogía que se puede explorar de muchas formas. Por ejemplo, piensa en lo complicado que es definir el color blanco sin mencionar el negro. O cuán imposible sería intentar explicar qué sonido produce una sola nota en un piano sin contrastarla con todas las otras notas a su alrededor. Sin oscuridad, no podríamos apreciar la luz…
Hay muchos temas que nos pueden hacer llorar. Entre ellos se incluyen historias sobre desamor, muerte, agonía, enfermedad, pobreza, crimen, tortura, abuso… Pero, ¿por qué disfrutamos leyendo historias tristes? No es que nos deleitemos, es que aprendemos. No es que haya diversión, es que hay liberación. De alguna manera, leer sobre situaciones análogas a las que podamos estar viviendo nosotros, nos libera del sentimiento que tenemos encerrado en el alma. ¡Y aprendemos a ser felices dejando marchar a la tristeza! Este libro te ayudará a ello de la mano de escritores imprescindibles de la literatura universal.

Marca

Antón Chéjov

En el año 213 antes de Cristo hubo en China una quema de libros similar a la que, posteriormente, acabó con la mayor parte de la Biblioteca de Alejandría. Sólo se salvaron de la quema los libros de medicina, astrología y horticultura. Este texto, como muchos otros, fue reconstituido unos cuantos años después por letrados que lo habían aprendido de memoria.

Fitz James O'Brien

Guy de Maupassant

Autor principalmente de cuentos, aunque escribió seis novelas. Maupassant está considerado uno de los más importantes escritores de la escuela naturalista, cuyo máximo pontífice fue Émile Zola, aunque a él nunca le gustó que se le atribuyese tal militancia. Es cierto que fue un fotógrafo de su tiempo y su doctrina literaria está recogida en el prólogo que escribió para su novela Pierre et Jean, donde escribió: «La menor cosa tiene algo de desconocido. Encontrémoslo. Para descubrir un fuego que arde y un árbol en una llanura, permanezcamos frente a ese fuego y a ese árbol hasta que no se parezcan, para nosotros, a ningún otro árbol ni a ningún otro fuego». Para el historiador Rafael Llopis, Maupassant, perdido en la segunda mitad del siglo XIX, se encontraba muy lejano ya del furor del Romanticismo, fue «una figura singular, casual y solitaria».16(Extracto de Wikipedia)

Hans Christian Andersen

Herman Melville

Herman Melville nació en Nueva York el 1 de agosto de 1819. Su familia paterna, originalmente apellidada Melvill (sin la «e» final), estaba emparentada remotamente con la aristocracia inglesa, y la materna, los Gansevoort, provenía de uno de los primeros pobladores neerlandeses de la isla de Manhattan, y directamente de un afamado héroe de la Revolución estadounidense. El padre se dedicaba al negocio de importación de productos europeos y acudió repetidamente a préstamos y ayudas de los familiares, hundiéndose económicamente poco a poco hasta que en 1830 tuvo que declararse en bancarrota. Un año después, agotado psicológicamente, murió de manera repentina en circunstancias que podrían apuntar a un suicidio encubierto. Dejó viuda y ocho hijos, cuatro mujeres y cuatro hombres.Herman era el segundo de los varones y el tercero en total. Cuando su padre murió contaba doce años. La muerte del padre supuso una debacle familiar que obligó a los hijos mayores a dejar los estudios y al traslado familiar desde Nueva York a Albany, en el mismo Estado, donde Herman Melville fue empleado en un banco local. Pasó luego a desempeñar diversos oficios, entre ellos el de maestro rural, lo que indica que a pesar de su falta de estudios oficiales había logrado adquirir una cultura relativamente amplia.

James Joyce

Katherine Mansfield

Leopoldo Alas «Clarín»

Leopoldo Lugones

Los cuentos del argentino Leopoldo Lugones (1874-1938) son, sobre todo, fantásticos; son relatos en los que el misterio, lo inexplicable, lo mágico incluso, son el eje sobre el que gira todo. Su prosa es notablemente correcta y armónica, llena de bellas metáforas muy influidas por el temperamento lírico del autor.

Lev Tolstói

Tolstói nació en Yásnaya Poliana, la finca que poseía su familia en la región de Tula (Rusia). Los Tolstói eran una conocida familia de la antigua nobleza rusa. León fue el cuarto de los cinco hijos del conde Nikolái Ilich Tolstói y la condesa Mariya Tolstaya (Volkónskaya). En 1844 comenzó a estudiar Derecho y Lenguas Orientales en la Universidad de Kazán, pero pronto abandonó sus estudios y regresó a Yásnaya Poliana, para luego pasar gran parte de su tiempo entre Moscú y San Petersburgo.5​Durante este periodo de su vida su intención fue buscar un empleo o un casamiento conveniente. En aquel período de indecisiones, acosado de deudas contraídas en el juego, se declara la Guerra de Crimea y su hermano Nikolái, teniente de artillería, lo insta a ir con él al Cáucaso, en el Valle del Térek. Al llegar a la stanitsa Tolstói se desilusiona y se arrepiente de su viaje. Pocos días después acompaña a su hermano, que debía escoltar un convoy de enfermos, hasta el fuerte de Stary-Yurt. Cruzan las fuentes termales de Goriachevodsk donde Tolstói, algo reumático, aprovecha para tomar baños termales y donde conoce a la cosaca Márenka, idilio que reaparece en su novela Los cosacos.Tolstói no pertenecía al ejército, pero en una de las campañas de la Guerra de Crimea, el comandante, príncipe Aleksandr Bariátinski, repara en él y tras unos exámenes Tolstói ingresa a la brigada de artillería, en la misma batería que su hermano, como suboficial. Tiempo después consigue permiso para una cura reumática en las aguas termales en Piatigorsk, donde, aburrido de pasar largas horas encerrado en su habitación, se dedica a la escritura. El 2 de julio de 1852 termina Infancia y fruto de su estancia escribe La tala del bosque y los Relatos de Sebastópol.Poco después de ser testigo del sitio de Sebastópol, donde los muertos y heridos en combate o por enfermedad alcanzaron el número de 102 000,6​ se reintegró a la frívola vida de San Petersburgo, sintiendo un gran vacío e inutilidad.

Louisa May Alcott

(Félix Lope de Vega y Carpio, Madrid, 1562 - id., 1635) Escritor español. Lope de Vega procedía de una familia humilde y su vida fue sumamente agitada y llena de lances amorosos. Estudió en los jesuitas de Madrid (1574) y cursó estudios universitarios en Alcalá (1576), aunque no consiguió el grado de bachiller.

Sherwood Anderson

Stephen Crane